En las empresas pasa lo mismo: cada empresa posee su kit de “anteojos” culturales. Con ellos, cada persona que la compone entiende qué comportamientos están bien y cuales mal, cómo se realizan los procedimientos, cómo se lleva a cabo un trabajo y cómo se relacionan entre pares y con clientes. Asimismo, esta también les cuenta cuáles son las mejores prácticas, cómo pedir ayuda, qué se espera de mí. Todo esto y mucho más lo podemos encontrar en la cultura.
Kim Schmidt, responsable de liderazgo, talento y cultura de Grant Thornton, señala en ‘Más allá del cumplimiento’: “La cultura debe ser el foco principal del CEO, su equipo de ejecutivos sénior y el directorio, porque tiene un impacto directo en el desempeño organizacional y en su capacidad para ejecutar la estrategia de la organización.”
Las empresas que logran tomar control de su cultura disfrutan de los beneficios que esto conlleva: buen clima laboral, sentido de pertenencia, agregado de valor en sus productos y/o servicios, identidad propia, etc.
Ya sea en pymes o emprendimientos, en empresas nacionales o internacionales, es claro que la cultura es una estrategia fundamental.